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En Altos de Camilo Torres hay una situación, como para las reconocidas historias que se hicieron famosas en los años 80, ‘Aunque usted no lo crea’ de Ripley. La historia de lo que hoy es un lago comenzó con el atascamiento de una máquina amarilla que llevaron para hacer remoción de material en el mismo lugar, después del vendaval que a comienzos de julio afectó varias zonas del municipio.






Los videos de la máquina metida en el fango y las labores para sacarla del lugar fueron virales en las redes sociales locales, entre comentarios graciosos los vecinos observaban cómo funcionarios de varias empresas realizaban el salvamento del vehículo, después de que fueron advertidos por la misma comunidad que no metieran la maquinaria hasta allá, pues ellos que llevan 10 años en el sitio conocen que es tierra movida y con la cantidad de agua lluvia de esta temporada, es trampa fija.

¿Un Box qué?


El agua que en este momento está acumulada genera plagas de zancudos, cucarachas y roedores proviene de un chorro que sale del terreno sobre el cual construyeron las casas, situación que se agrava si se piensa en la gran población infantil y de la tercera edad presente. Hasta el día del incidente con la máquina, el agua que se acumulaba se iba lentamente en uno o dos días por medio del tubo que pusieron para tal fin.


El asunto está en que a los residentes de Altos de Camilo Torres y Zona Siete les dijeron que esto era un Box Culvert, que traducido a lenguaje común se traduce en una obra de drenaje por la que pasa el agua constantemente y que de una vez es solución definitiva al estar constituída por una caja de concreto, la que permite que sobre ella se construya un paso peatonal o cualquier obra de urbanismo complementaria.


Evitar un accidente

El desastre que ocasionaron con todo este asunto arrasó también con los cultivos de pancoger que algunas personas tenían para su sustento, como plátano, yuca y arracacha. Además, sintieron que a la administración de Dosquebradas se le fue la mano en el manejo de esta crisis, porque a los trabajadores les llevaron domicilio mientras, como ellos mismos comentan: “No tenemos panela en la cocina”.

El lugar quedó sin cintas que alerten sobre el peligro o algún elemento que impida que los niños jueguen cerca, pues les resulta divertido tirar piedras a lo que ahora es un lago o tratar de jugar por la zanja que dejaron, que tiene más de un metro de profundo y aproximadamente 40 centímetros de ancho, que puede simular una trinchera para jugar a los pistoleros, pero que en su interior ya tiene basura y hasta un neumático recogiendo más agua para los mosquitos.

La comunidad lleva tres años tocando puertas para esta solución y no ha sido posible, aún con el conocimiento de una avalancha que desemboque en el barrio Zona Siete, pero para las labores de extracción se hicieron presentes la Diger, Carder, Serviciudad y hasta mandaron a traer una motobomba desde La Virginia.

El tubo que cumplía con este trabajo fue el más afectado, ya que el vehículo amarillo le cayó encima y lo estripó. La indignación comunitaria radica en que para rescatarlo todo el mundo tuvo que ver y movilizaron lo que fue necesario por una semana, pero después dejaron a los residentes solos con el problema y les dijeron que por el momento no había recursos para más soluciones.



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