Los vendedores de flores de la carrera 6 con calle 32, se han hecho sentir desde hace varios días y de diversas formas sobre las molestias d...
Los vendedores de flores de la carrera 6 con calle 32, se han hecho sentir desde hace varios días y de diversas formas sobre las molestias de salud y los daños a su mercancía que les causa la nueva cubierta del techo de la parroquia de Los Dolores, contigua al cementerio San Camilo y que fue instalada por el padre Pacho, antes de terminar su periodo allí.
Estas personas dedicadas al comercio de todo tipo de arreglos florales y otros detalles, son en su mayoría familias enteras que llevan dedicadas a este oficio entre 10 y 45 años. Los afectados son nueve locales de flores y uno de golosinas, de este último su propietario afirma no sentirse igual de afectado que los demás, porque en el costado del techo que da justo frente a él hay un frondoso árbol que impide que los rayos del sol se reflejen de manera directa.
El pedido a una sola voz por parte de los propietarios de estos negocios es que las personas no se vayan en contra de ellos por hacer ver el problema, ya que las relaciones con los párrocos siempre han sido cordiales, el inconveniente no es con la iglesia católica, sino con un asunto que tiene solución y es intervenir nuevamente de alguna forma ese techo.
Las afectaciones
Todos los comerciantes insisten en que desde hace tres meses sus hijas y esposas presentan fuertes dolores de cabeza y malestar ocular, también cambios en el tono de la piel, porque aseguran que la cubierta los está horneando lentamente. Afirman que la expresión de los clientes cuando llegan es “¿Qué es este calor tan horrible?” y les toca hasta bajar la puerta a la mitad para aguantar.
En cuanto al producto, refieren que en un día se les pueden dañar flores por valor entre $100 mil y $300 mil. Las que se dañan es dinero que estas personas pierden, porque no es mercancía que se pueda cambiar. “Nos toca esconder el surtido para que el fogonazo de ese resplandor no lo alcance, pero escondido no se vende”, afirma Edwin Franco.
Unos cuantos de los afectados han diversificado el negocio de las flores con detalles para enamorar, como lo son los chocolates y a estos el horno que provoca la cubierta los derrite sin compasión. Estos comerciantes piden una visita de la Alcaldía o alguna entidad que les ayude a solucionar.
El párroco responde
El padre Nélson López recibió la parroquia en enero de este año, cuando el problema ya estaba. Q’hubo le preguntó acerca de esta situación y contestó: “De esta inconformidad que ellos manifiestan tenemos conocimiento, claro está, porque la han dado a conocer en varias partes. Con ellos tenemos muy buenas relaciones, pero no hemos tocado el tema, estoy pendiente para contactar con los que lo pusieron a ver qué soluciones nos dan. El asunto es que al ser tan nuevo brilla mucho, yo creo que a medida que le vaya cayendo agua se va opacando, porque averigüé y me dijeron que no pegaba la pintura. Estamos buscando soluciones, deben tener en cuenta que es un área muy grande y no se puede arreglar de un día para otro, pero estamos en el proceso de buscar soluciones”.
El pedido a una sola voz por parte de los propietarios de estos negocios es que las personas no se vayan en contra de ellos por hacer ver el problema, ya que las relaciones con los párrocos siempre han sido cordiales, el inconveniente no es con la iglesia católica, sino con un asunto que tiene solución y es intervenir nuevamente de alguna forma ese techo.
Las afectaciones
Todos los comerciantes insisten en que desde hace tres meses sus hijas y esposas presentan fuertes dolores de cabeza y malestar ocular, también cambios en el tono de la piel, porque aseguran que la cubierta los está horneando lentamente. Afirman que la expresión de los clientes cuando llegan es “¿Qué es este calor tan horrible?” y les toca hasta bajar la puerta a la mitad para aguantar.
En cuanto al producto, refieren que en un día se les pueden dañar flores por valor entre $100 mil y $300 mil. Las que se dañan es dinero que estas personas pierden, porque no es mercancía que se pueda cambiar. “Nos toca esconder el surtido para que el fogonazo de ese resplandor no lo alcance, pero escondido no se vende”, afirma Edwin Franco.
Unos cuantos de los afectados han diversificado el negocio de las flores con detalles para enamorar, como lo son los chocolates y a estos el horno que provoca la cubierta los derrite sin compasión. Estos comerciantes piden una visita de la Alcaldía o alguna entidad que les ayude a solucionar.
El párroco responde
El padre Nélson López recibió la parroquia en enero de este año, cuando el problema ya estaba. Q’hubo le preguntó acerca de esta situación y contestó: “De esta inconformidad que ellos manifiestan tenemos conocimiento, claro está, porque la han dado a conocer en varias partes. Con ellos tenemos muy buenas relaciones, pero no hemos tocado el tema, estoy pendiente para contactar con los que lo pusieron a ver qué soluciones nos dan. El asunto es que al ser tan nuevo brilla mucho, yo creo que a medida que le vaya cayendo agua se va opacando, porque averigüé y me dijeron que no pegaba la pintura. Estamos buscando soluciones, deben tener en cuenta que es un área muy grande y no se puede arreglar de un día para otro, pero estamos en el proceso de buscar soluciones”.
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