Desde hace más de un año las bandas Cordillera y Los Rebeldes se vienen dando bala por el control del negocio de la droga en varios barrios ...
Desde hace más de un año las bandas Cordillera y Los Rebeldes se vienen dando bala por el control del negocio de la droga en varios barrios de la ciudad, una pelea que ha dejado decenas de muertos, miedo en los barrios y una ciudad que parece vivir bajo el dominio del crimen.
Los barrios en disputa
Según se conoció, Los Rebeldes están casi sin recursos para seguir en la guerra. Apenas defienden lo poco que les queda: los barrios El Rosal, La Churria y El Triunfo de Pereira.
Por su parte, Cordillera domina el resto de la ciudad: Cuba, el Centro, varios puntos de Pereira donde el negocio del microtráfico no para y San Judas, El Balso del municipio de Dosquebradas.
Cada esquina tiene dueño y quien se meta sin permiso sabe a qué se atiene. Los cabecillas se conocen entre ellos y pagan “impuestos” a La Oficina, que es la estructura que autoriza o prohíbe el negocio, a cambio de una buena tajada.
Por contrabando
El 21 de septiembre, en el barrio San Nicolás, fue asesinado Cristian Armando Vargas, alias Petete. Según una fuente de este medio, el hombre estaba vendiendo perico sin el permiso del jefe del sector, alias Monobecerro, quien tiene el control de El Rocío, Boston, La Dulcera y San Nicolás. Además le paga un impuesto a la Oficina para trabajar independiente y que le respeten sus zonas.
Cristian Armando Vargas, alias Petete
Aunque en algún momento se habló de una reunión entre los jefes de las dos estructuras para frenar la violencia, no llegaron a ningún acuerdo, es decir todo por plata. Hoy, según las fuentes de este medio de comunicación, Cordillera le habría ganado la batalla a Los Rebeldes, quedándose con el dominio del expendio de drogas en Cuba, el Centro y el resto de la ciudad Pereira. Sin embargo, no todos los homicidios están ligados a esta guerra, hay casos aislados.
¿Dónde empezó todo?
La historia de esta guerra comenzó el 4 de septiembre de 2024, cuando mataron a Andrés Felipe Toro Otálvaro, alias Torito, en el corregimiento de Morelia. Este hombre era el “duro” de La Churria, donde controlaba el negocio de la marihuana cripy.
Torito movía la droga desde el Valle del Cauca, tenía los contactos y según una fuente, solo ese punto le dejaba cerca de 200 millones de pesos mensuales. Una de las ollas que más plata da en Pereira y le pagaba una cuota a La Oficina para que le permitieran operar tranquilo. Su muerte partió en dos a la banda Cordillera, y desde ahí empezó una guerra interna por el poder.
Los que antes trabajaban con Torito formaron Los Rebeldes, liderados hoy por alias Pupilo, quienes se metieron también en el negocio de las drogas sintéticas: tusi, LSD, perico y basuco, entre otras. Pero al hacerlo sin el permiso de Cordillera, rompieron las reglas del bajo mundo y encendieron la mecha de esta confrontación.
A bala en La Churria
El último caso que terminó de confirmar la guerra de estas bandas fue el asesinato de Fredy Alexander Bermúdez Osorio, alias Tintín, ocurrido el 1 de octubre en el barrio La Churria. Era conocido como “taquillero”, o sea expendedor de droga, y según los vecinos, ese día llegaron nueve hombres armados buscando tomar el control del sector.
Tintín cayó acribillado en plena calle. Dicen que los sicarios eran de Cordillera y entraron a sacar a la fuerza a Los Rebeldes, quienes mandaban en esa olla. El terror se apoderó de los habitantes del barrio, que ya no aguantan las balaceras ni la presencia constante de hombres armados.
¿Dónde empezó todo?
La historia de esta guerra comenzó el 4 de septiembre de 2024, cuando mataron a Andrés Felipe Toro Otálvaro, alias Torito, en el corregimiento de Morelia. Este hombre era el “duro” de La Churria, donde controlaba el negocio de la marihuana cripy.
Torito movía la droga desde el Valle del Cauca, tenía los contactos y según una fuente, solo ese punto le dejaba cerca de 200 millones de pesos mensuales. Una de las ollas que más plata da en Pereira y le pagaba una cuota a La Oficina para que le permitieran operar tranquilo. Su muerte partió en dos a la banda Cordillera, y desde ahí empezó una guerra interna por el poder.
Los que antes trabajaban con Torito formaron Los Rebeldes, liderados hoy por alias Pupilo, quienes se metieron también en el negocio de las drogas sintéticas: tusi, LSD, perico y basuco, entre otras. Pero al hacerlo sin el permiso de Cordillera, rompieron las reglas del bajo mundo y encendieron la mecha de esta confrontación.
A bala en La Churria
El último caso que terminó de confirmar la guerra de estas bandas fue el asesinato de Fredy Alexander Bermúdez Osorio, alias Tintín, ocurrido el 1 de octubre en el barrio La Churria. Era conocido como “taquillero”, o sea expendedor de droga, y según los vecinos, ese día llegaron nueve hombres armados buscando tomar el control del sector.
Tintín cayó acribillado en plena calle. Dicen que los sicarios eran de Cordillera y entraron a sacar a la fuerza a Los Rebeldes, quienes mandaban en esa olla. El terror se apoderó de los habitantes del barrio, que ya no aguantan las balaceras ni la presencia constante de hombres armados.
Los barrios en disputa
Según se conoció, Los Rebeldes están casi sin recursos para seguir en la guerra. Apenas defienden lo poco que les queda: los barrios El Rosal, La Churria y El Triunfo de Pereira.
Por su parte, Cordillera domina el resto de la ciudad: Cuba, el Centro, varios puntos de Pereira donde el negocio del microtráfico no para y San Judas, El Balso del municipio de Dosquebradas.
Cada esquina tiene dueño y quien se meta sin permiso sabe a qué se atiene. Los cabecillas se conocen entre ellos y pagan “impuestos” a La Oficina, que es la estructura que autoriza o prohíbe el negocio, a cambio de una buena tajada.
Por contrabando
El 21 de septiembre, en el barrio San Nicolás, fue asesinado Cristian Armando Vargas, alias Petete. Según una fuente de este medio, el hombre estaba vendiendo perico sin el permiso del jefe del sector, alias Monobecerro, quien tiene el control de El Rocío, Boston, La Dulcera y San Nicolás. Además le paga un impuesto a la Oficina para trabajar independiente y que le respeten sus zonas.
Cristian Armando Vargas, alias Petete
La Oficina: el poder en las sombras
La llamada Oficina es el cerebro financiero de Cordillera. Es la que cobra las vacunas, lava el dinero y da los permisos para traficar, contrabandear o manejar chance ilegal. Se dice que detrás de esta estructura hay gente de alto perfil: empresarios, políticos e incluso funcionarios con poder, quienes camuflan su riqueza con negocios legales.
Las autoridades
Pereira vive una de sus épocas más oscuras. La guerra entre Cordillera y Los Rebeldes ha dejado una estela de sangre, las balas siguen sonando, los muertos se acumulan. Aunque el presidente Gustavo Petro y el propio ministro de Defensa han reconocido que Pereira está entre las ciudades más violentas del país, las autoridades saben quiénes son los responsables, pero los grandes cabecillas siguen libres, moviendo los hilos del crimen desde la sombra.
Sicarios a sueldo
Los sicarios que operan en Pereira son “mixtos”, es decir, que entre las mismas bandas se los prestan para cometer asesinatos; si alguno tiene un contacto o amigo en el Valle u otra ciudad, lo traen para ejecutar el crimen y luego lo devuelven. Estos hombres reciben un sueldo mensual de una organización de aproximadamente 2 millones 500 mil pesos, y cuando cometen un homicidio les pagan una propina adicional. Según las fuentes, los mismos integrantes de las organizaciones criminales comentan las peleas internas o los ajustes que deben hacer a sus otros amigos bandidos, y entre ellos se prestan los sicarios para cumplir con los encargos: llegan, matan y se van.
La llamada Oficina es el cerebro financiero de Cordillera. Es la que cobra las vacunas, lava el dinero y da los permisos para traficar, contrabandear o manejar chance ilegal. Se dice que detrás de esta estructura hay gente de alto perfil: empresarios, políticos e incluso funcionarios con poder, quienes camuflan su riqueza con negocios legales.
Las autoridades
Pereira vive una de sus épocas más oscuras. La guerra entre Cordillera y Los Rebeldes ha dejado una estela de sangre, las balas siguen sonando, los muertos se acumulan. Aunque el presidente Gustavo Petro y el propio ministro de Defensa han reconocido que Pereira está entre las ciudades más violentas del país, las autoridades saben quiénes son los responsables, pero los grandes cabecillas siguen libres, moviendo los hilos del crimen desde la sombra.
Sicarios a sueldo
Los sicarios que operan en Pereira son “mixtos”, es decir, que entre las mismas bandas se los prestan para cometer asesinatos; si alguno tiene un contacto o amigo en el Valle u otra ciudad, lo traen para ejecutar el crimen y luego lo devuelven. Estos hombres reciben un sueldo mensual de una organización de aproximadamente 2 millones 500 mil pesos, y cuando cometen un homicidio les pagan una propina adicional. Según las fuentes, los mismos integrantes de las organizaciones criminales comentan las peleas internas o los ajustes que deben hacer a sus otros amigos bandidos, y entre ellos se prestan los sicarios para cumplir con los encargos: llegan, matan y se van.
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