Funcionaria de la Gobernación terminó dopada en plena calle, con los síntomas de una droga que le borró la voluntad en segundos. La mujer ha...
Funcionaria de la Gobernación terminó dopada en plena calle, con los síntomas de una droga que le borró la voluntad en segundos. La mujer había sido citada a su lugar de trabajo con la excusa de editar unos videos, pero en realidad todo era una sorpresa por su cumpleaños. Aunque al principio no quería ir, decidió cumplir con su deber… y jamás imaginó que en medio del trayecto, la iban a drogar con escopolamina en pleno centro de Pereira.
¿Qué pasó?
Se trata de María Camila Calvo Trejos. El miércoles 16 de julio a las 4:50 de la tarde, fue víctima de un delincuente en un sector que, aunque transitado, se ha convertido en uno de los más peligrosos de la ciudad.
Ese día, Camila estaba acompañada de su mamá, en inmediaciones de Ciudad Victoria. Luego de despedirla y ayudarla a tomar un taxi hacia la terminal, ella decidió seguir caminando sola hasta el edificio de la Gobernación. En el trayecto se cruzó con un viejo conocido, un señor de edad. Juntos caminaron por toda la acera, pasando el semáforo del Oxo, y justo cuando iban llegando a una esquina, un sujeto se les acercó por el lado del señor y le salpicó un polvillo en la cara.
Camila logró ver el momento exacto en que el tipo le arrojó el químico, vestía camiseta gris, gafas de marco negro y un yin. Según su relato, el agresor se quedó parado unos segundos detrás de ellos, esperando ver la reacción de su cuerpo. Y no se hizo esperar.
Comenzó a derretirse viva
En solo dos segundos, su cara comenzó a arder, sintió que se le derretía la piel, las rodillas se le aflojaron, la lengua se le pegó al paladar y el cuerpo se le convirtió en gelatina. No podía hablar, ni respirar, ni moverse con claridad. Como pudo, le gritó a su acompañante que le habían echado algo, pero el hombre no entendía lo que pasaba.
Entró en pánico y corrió como pudo, atravesando semáforos llenos de carros, lanzándose al tráfico y rogando a que alguien se detuviera a ayudarla. A las cinco de la tarde, en plena hora pico, logró llegar hasta su lugar de trabajo y se le lanzó a un vigilante para sentirse segura. Luego se desmayó.
Minutos después, despertó rodeada de su papá, su jefe y varios funcionarios que la ayudaron y la trasladaron de inmediato al hospital.
Y en el hospital le dieron la estocada final
Pero si el ataque fue un infierno, la atención médica fue peor. Según pudo conocerse, la dejaron esperando más de dos horas para ser atendida. Cuando por fin entró a consulta, el médico no la revisó, ni le miró los ojos, ni le tomó la presión, ni revisó su estado físico. Sin embargo, en el informe médico consignó síntomas como pupilas dilatadas, entre otras cosas que ni siquiera evaluó.
Al ingresar con su papá, el médico no saludó y cuando supo que se trataba de un caso de escopolamina, preguntó de forma grosera si ella la había ingerido voluntariamente o si era consumidora. Eso provocó la furia del padre, quien se le fue de frente por la falta de respeto.
Después de ese altercado, a la joven le practicaron un examen de orina y le aplicaron suero intravenoso. Salió del hospital, aún muy mareada, con fuertes dolores de cabeza, congestión en el pecho y una sensación de ahogo. Actualmente está incapacitada mientras su cuerpo elimina la sustancia por completo.
El veneno del crimen
Esta droga no es ninguna novedad. Desde hace décadas ha sido utilizada en Colombia para dormir a las víctimas, robarlas, secuestrarlas o abusarlas. Se le conoce también como burundanga, y sus efectos son inmediatos, borra la voluntad, deja a la víctima en un estado sumiso, sin defensa, completamente vulnerable.
En Pereira, este método ha vuelto a coger fuerza. Según la Policía Metropolitana, desde inicios de 2022 ya se han recibido 29 denuncias por casos similares. La mayoría ocurren en zonas oscuras, solitarias, con escasa presencia policial. Y no se trata solo de robos.
Dato
Y aunque María Camila aún no ha podido poner la denuncia formal porque sigue incapacitada, con ella ya serían cuatro casos recientes en la capital risaraldense en lo corrido del 2025.
La alerta está prendida. Hoy fue una funcionaria. Mañana puede ser cualquier ciudadana. ¿Qué más tiene que pasar para que las autoridades pongan los ojos en estos puntos peligrosos?
En diálogo con Q’hubo, María Camila Calvo Trejos relató lo vivido y pidió a las mujeres tener muchísimo cuidado, especialmente al caminar solas. Entre las recomendaciones que dio está el uso del tapabocas, así no sea obligatorio, ya que podría servir como barrera mínima ante este tipo de sustancias que son lanzadas directamente al rostro.
“Los síntomas son demasiado fuertes, uno siente que se derrite, que se ahoga, que no puede hablar ni moverse”, dijo, mientras continúa su recuperación en casa. Confirmó que el lunes retomará labores, aunque aún con secuelas y mucho temor.
Y aunque en este caso la víctima fue una mujer, desde el periódico hacemos la advertencia, los hombres tampoco están exentos. En Pereira ya se han reportado casos en los que ellos también han sido drogados y asaltados bajo esta modalidad. Todos estamos expuestos.
Se trata de María Camila Calvo Trejos. El miércoles 16 de julio a las 4:50 de la tarde, fue víctima de un delincuente en un sector que, aunque transitado, se ha convertido en uno de los más peligrosos de la ciudad.
Ese día, Camila estaba acompañada de su mamá, en inmediaciones de Ciudad Victoria. Luego de despedirla y ayudarla a tomar un taxi hacia la terminal, ella decidió seguir caminando sola hasta el edificio de la Gobernación. En el trayecto se cruzó con un viejo conocido, un señor de edad. Juntos caminaron por toda la acera, pasando el semáforo del Oxo, y justo cuando iban llegando a una esquina, un sujeto se les acercó por el lado del señor y le salpicó un polvillo en la cara.
Camila logró ver el momento exacto en que el tipo le arrojó el químico, vestía camiseta gris, gafas de marco negro y un yin. Según su relato, el agresor se quedó parado unos segundos detrás de ellos, esperando ver la reacción de su cuerpo. Y no se hizo esperar.
Comenzó a derretirse viva
En solo dos segundos, su cara comenzó a arder, sintió que se le derretía la piel, las rodillas se le aflojaron, la lengua se le pegó al paladar y el cuerpo se le convirtió en gelatina. No podía hablar, ni respirar, ni moverse con claridad. Como pudo, le gritó a su acompañante que le habían echado algo, pero el hombre no entendía lo que pasaba.
Entró en pánico y corrió como pudo, atravesando semáforos llenos de carros, lanzándose al tráfico y rogando a que alguien se detuviera a ayudarla. A las cinco de la tarde, en plena hora pico, logró llegar hasta su lugar de trabajo y se le lanzó a un vigilante para sentirse segura. Luego se desmayó.
Minutos después, despertó rodeada de su papá, su jefe y varios funcionarios que la ayudaron y la trasladaron de inmediato al hospital.
Y en el hospital le dieron la estocada final
Pero si el ataque fue un infierno, la atención médica fue peor. Según pudo conocerse, la dejaron esperando más de dos horas para ser atendida. Cuando por fin entró a consulta, el médico no la revisó, ni le miró los ojos, ni le tomó la presión, ni revisó su estado físico. Sin embargo, en el informe médico consignó síntomas como pupilas dilatadas, entre otras cosas que ni siquiera evaluó.
Al ingresar con su papá, el médico no saludó y cuando supo que se trataba de un caso de escopolamina, preguntó de forma grosera si ella la había ingerido voluntariamente o si era consumidora. Eso provocó la furia del padre, quien se le fue de frente por la falta de respeto.
Después de ese altercado, a la joven le practicaron un examen de orina y le aplicaron suero intravenoso. Salió del hospital, aún muy mareada, con fuertes dolores de cabeza, congestión en el pecho y una sensación de ahogo. Actualmente está incapacitada mientras su cuerpo elimina la sustancia por completo.
El veneno del crimen
Esta droga no es ninguna novedad. Desde hace décadas ha sido utilizada en Colombia para dormir a las víctimas, robarlas, secuestrarlas o abusarlas. Se le conoce también como burundanga, y sus efectos son inmediatos, borra la voluntad, deja a la víctima en un estado sumiso, sin defensa, completamente vulnerable.
En Pereira, este método ha vuelto a coger fuerza. Según la Policía Metropolitana, desde inicios de 2022 ya se han recibido 29 denuncias por casos similares. La mayoría ocurren en zonas oscuras, solitarias, con escasa presencia policial. Y no se trata solo de robos.
Dato
Y aunque María Camila aún no ha podido poner la denuncia formal porque sigue incapacitada, con ella ya serían cuatro casos recientes en la capital risaraldense en lo corrido del 2025.
La alerta está prendida. Hoy fue una funcionaria. Mañana puede ser cualquier ciudadana. ¿Qué más tiene que pasar para que las autoridades pongan los ojos en estos puntos peligrosos?
En diálogo con Q’hubo, María Camila Calvo Trejos relató lo vivido y pidió a las mujeres tener muchísimo cuidado, especialmente al caminar solas. Entre las recomendaciones que dio está el uso del tapabocas, así no sea obligatorio, ya que podría servir como barrera mínima ante este tipo de sustancias que son lanzadas directamente al rostro.
“Los síntomas son demasiado fuertes, uno siente que se derrite, que se ahoga, que no puede hablar ni moverse”, dijo, mientras continúa su recuperación en casa. Confirmó que el lunes retomará labores, aunque aún con secuelas y mucho temor.
Y aunque en este caso la víctima fue una mujer, desde el periódico hacemos la advertencia, los hombres tampoco están exentos. En Pereira ya se han reportado casos en los que ellos también han sido drogados y asaltados bajo esta modalidad. Todos estamos expuestos.
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