El abuelo vivía sin compañía, se fue sin que nadie lo notara y terminó descomponiéndose entre cuatro paredes. No fue un grito ni una llamada...
El abuelo vivía sin compañía, se fue sin que nadie lo notara y terminó descomponiéndose entre cuatro paredes. No fue un grito ni una llamada, fue el olor el que alertó a todos.
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¿Qué pasó?
En la casa número 15, manzana 5 del barrio Perla del Sur, apareció muerto Ricardo Ilan Montoya Franco. Estaba acostado en su habitación, con el cuerpo deteriorado por completo. Según reportes, llevaba varios días sin salir ni dar señales. Fue una llamada al 123 la que prendió las alarmas, alguien no aguantó más el ‘tufo’ que salía desde adentro.
El hallazgo se dio el lunes a las 7:50 de la mañana. La patrulla 14 llegó a verificar y se entrevistó con Arbey de Jesús Grisales Botero, dueño de la vivienda, quien facilitó el ingreso. Al abrir, la escena fue clara, un anciano, inmóvil, deteriorado, olvidado.
Vivía sin nadie cerca
No hubo quien se preocupara por su ausencia. Ningún vecino preguntó. Ningún familiar apareció. Solo el hedor se atrevió a hablar. Mientras el cuerpo se deterioraba, la vida afuera seguía como si nada. Ahora las autoridades intentan aclarar lo que ocurrió, pero todo apunta a que lo único que lo mató fue la soledad.
Dato
Ricardo era oriundo de Anserma, Caldas. Tenía 77 años.
Funcionarios de la Sijín realizaron inspección técnica del cuerpo. No tenía heridas ni señales que indicaran violencia. Fue trasladado a Medicina Legal, donde se le practicó la necropsia de ley.
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¿Qué pasó?
En la casa número 15, manzana 5 del barrio Perla del Sur, apareció muerto Ricardo Ilan Montoya Franco. Estaba acostado en su habitación, con el cuerpo deteriorado por completo. Según reportes, llevaba varios días sin salir ni dar señales. Fue una llamada al 123 la que prendió las alarmas, alguien no aguantó más el ‘tufo’ que salía desde adentro.
El hallazgo se dio el lunes a las 7:50 de la mañana. La patrulla 14 llegó a verificar y se entrevistó con Arbey de Jesús Grisales Botero, dueño de la vivienda, quien facilitó el ingreso. Al abrir, la escena fue clara, un anciano, inmóvil, deteriorado, olvidado.
Vivía sin nadie cerca
No hubo quien se preocupara por su ausencia. Ningún vecino preguntó. Ningún familiar apareció. Solo el hedor se atrevió a hablar. Mientras el cuerpo se deterioraba, la vida afuera seguía como si nada. Ahora las autoridades intentan aclarar lo que ocurrió, pero todo apunta a que lo único que lo mató fue la soledad.
Dato
Ricardo era oriundo de Anserma, Caldas. Tenía 77 años.
Funcionarios de la Sijín realizaron inspección técnica del cuerpo. No tenía heridas ni señales que indicaran violencia. Fue trasladado a Medicina Legal, donde se le practicó la necropsia de ley.
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