En El Tobogán, zona rural, la violencia volvió a golpear con fuerza. A plena luz del día, un joven fue asesinado a tiros, y ni siquiera la P...
En El Tobogán, zona rural, la violencia volvió a golpear con fuerza. A plena luz del día, un joven fue asesinado a tiros, y ni siquiera la Policía llegó al lugar para recoger su cuerpo. Fueron sus propios familiares quienes, en medio del dolor, lo levantaron de la vía y lo llevaron hasta el hospital.
Por motivos de seguridad, los uniformados no se desplazaron hasta el lugar donde ocurrió el crimen, dejando a los familiares del joven la dolorosa tarea de levantar el cuerpo y trasladarlo ellos mismos al Hospital San José, a donde ingresó a las 8:30 p. m.
Michael presentaba seis impactos de bala, uno en el cuello, otro en la clavícula, dos en el tórax, uno en la mandíbula y otro más en la cabeza. No hubo oportunidad de salvarlo.
Era esposo, padre, hijo, hermano y amigo. Deja una niña pequeña huérfana y una familia con el corazón destrozado del dolor. Sus vecinos lo recuerdan como un hombre trabajador, alegre, responsable y comprometido con su hogar.
Aunque las autoridades realizaron la inspección técnica del cadáver en el hospital, la comunidad cuestiona duramente que no se haya hecho presencia en el sitio del crimen. “Nos tocó recogerlo a nosotros mismos”, dijeron con indignación en unos comentarios de facebook.
Hasta el momento, no hay pistas de los sicarios que le quitaron la vida, ni se conocen los motivos del ataque. Solo queda el dolor, la rabia y una comunidad que se volcó a acompañar a la familia de Michael con mensajes de solidaridad y oraciones.
Dato
“Se llevaron a un buen hombre”, repiten quienes lo conocieron. Y hoy, Belén de Umbría llora su partida.
¿Qué pasó?
Eran aproximadamente las 6:30 de la tarde del domingo, cuando una llamada al 123 alertó sobre la presencia de una persona tendida sobre la vía, en la vereda Patio Bonito. Se trataba de Michael Franco Atehortúa, de 27 años, un joven oriundo y residente en este municipio, muy querido por su comunidad.
Eran aproximadamente las 6:30 de la tarde del domingo, cuando una llamada al 123 alertó sobre la presencia de una persona tendida sobre la vía, en la vereda Patio Bonito. Se trataba de Michael Franco Atehortúa, de 27 años, un joven oriundo y residente en este municipio, muy querido por su comunidad.
Por motivos de seguridad, los uniformados no se desplazaron hasta el lugar donde ocurrió el crimen, dejando a los familiares del joven la dolorosa tarea de levantar el cuerpo y trasladarlo ellos mismos al Hospital San José, a donde ingresó a las 8:30 p. m.
Michael presentaba seis impactos de bala, uno en el cuello, otro en la clavícula, dos en el tórax, uno en la mandíbula y otro más en la cabeza. No hubo oportunidad de salvarlo.
Era esposo, padre, hijo, hermano y amigo. Deja una niña pequeña huérfana y una familia con el corazón destrozado del dolor. Sus vecinos lo recuerdan como un hombre trabajador, alegre, responsable y comprometido con su hogar.
Aunque las autoridades realizaron la inspección técnica del cadáver en el hospital, la comunidad cuestiona duramente que no se haya hecho presencia en el sitio del crimen. “Nos tocó recogerlo a nosotros mismos”, dijeron con indignación en unos comentarios de facebook.
Hasta el momento, no hay pistas de los sicarios que le quitaron la vida, ni se conocen los motivos del ataque. Solo queda el dolor, la rabia y una comunidad que se volcó a acompañar a la familia de Michael con mensajes de solidaridad y oraciones.
Dato
“Se llevaron a un buen hombre”, repiten quienes lo conocieron. Y hoy, Belén de Umbría llora su partida.
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