Una historia que cada día se repite en el país y tiene preocupados a todos en la sociedad. Una familia, si así se le puede llamar, fue destr...
Una historia que cada día se repite en el país y tiene preocupados a todos en la sociedad. Una familia, si así se le puede llamar, fue destruida por completo la noche del lunes 28 de abril en la vereda Murrapá, un rincón olvidado a más de tres horas del casco urbano de Pueblo Rico, donde la violencia hizo de las suyas y dejó una escena digna de un relato de horror.
Todo empezó cerca de las 10 de la noche del lunes. Según las autoridades, una discusión doméstica se transformó en una pesadilla. A José, al parecer, se le cruzaron los cables y no encontró mejor forma de resolver sus problemas que agarrar a su mujer por el cuello en medio de gritos e insultos.
Pero la tragedia no paró ahí. En un acto de valentía, la niña de 13 años intentó defender a su madre, sin saber que eso desataría lo peor, José sacó un arma y disparó sin piedad. María cayó muerta en su propia casa, frente a sus hijos.
Con el cuerpo aún caliente en el suelo, el agresor escapó del lugar y se llevó a la fuerza a la niña, sembrando más terror en una comunidad que aún no entiende cómo fue capaz de semejante atrocidad. Este pelafustan habría ultrajado a la menor de edad, según un reporte de las autoridades.
Desde la madrugada del día siguiente hacia las 7:00 de la mañana del martes, la menor fue hallada con vida en el corregimiento de Villa Claret. Pero la historia todavía no terminaba.
José, mientras tanto, se escondía en una finca del mismo corregimiento, armado y probablemente sin remordimientos. Sin embargo, lo que nadie se esperaba era lo que venía después. Como si quisiera cerrar su novela macabra con broche de oro, este sujeto regresó a la escena del crimen, al lugar donde dejó sin madre a dos niños, y allí mismo se voló la cabeza con el arma que llevaba, eran aproximadamente las 9:30 de la mañana del martes.
Las autoridades, que tardaron en llegar por lo apartado del lugar, ahora intentan recoger los pedazos de esta tragedia que dejó dolor, rabia y muchas preguntas. Porque sí, la violencia volvió a cobrar factura en uno de esos rincones de Colombia donde la justicia y la protección aún viajan a paso lento.
Por ahora, se está a la espera de la investigación para esclarecer todos los detalles de este caso que, sin exagerar, deja una herida profunda en Pueblo Rico.
José Benigno Córdoba Trejos, un hombre que vivía bajo el mismo techo con su compañera sentimental, María García Gómez y los dos hijos de ella, un niño de 11 y una jovencita de 13, terminó siendo el verdugo que apagó la vida de la mujer.
Todo empezó cerca de las 10 de la noche del lunes. Según las autoridades, una discusión doméstica se transformó en una pesadilla. A José, al parecer, se le cruzaron los cables y no encontró mejor forma de resolver sus problemas que agarrar a su mujer por el cuello en medio de gritos e insultos.
Pero la tragedia no paró ahí. En un acto de valentía, la niña de 13 años intentó defender a su madre, sin saber que eso desataría lo peor, José sacó un arma y disparó sin piedad. María cayó muerta en su propia casa, frente a sus hijos.
Con el cuerpo aún caliente en el suelo, el agresor escapó del lugar y se llevó a la fuerza a la niña, sembrando más terror en una comunidad que aún no entiende cómo fue capaz de semejante atrocidad. Este pelafustan habría ultrajado a la menor de edad, según un reporte de las autoridades.
Desde la madrugada del día siguiente hacia las 7:00 de la mañana del martes, la menor fue hallada con vida en el corregimiento de Villa Claret. Pero la historia todavía no terminaba.
José, mientras tanto, se escondía en una finca del mismo corregimiento, armado y probablemente sin remordimientos. Sin embargo, lo que nadie se esperaba era lo que venía después. Como si quisiera cerrar su novela macabra con broche de oro, este sujeto regresó a la escena del crimen, al lugar donde dejó sin madre a dos niños, y allí mismo se voló la cabeza con el arma que llevaba, eran aproximadamente las 9:30 de la mañana del martes.
Las autoridades, que tardaron en llegar por lo apartado del lugar, ahora intentan recoger los pedazos de esta tragedia que dejó dolor, rabia y muchas preguntas. Porque sí, la violencia volvió a cobrar factura en uno de esos rincones de Colombia donde la justicia y la protección aún viajan a paso lento.
Por ahora, se está a la espera de la investigación para esclarecer todos los detalles de este caso que, sin exagerar, deja una herida profunda en Pueblo Rico.
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