Con el paso de las horas se fueron conociendo detalles del brutal asesinato de un hombre en la vía Armenia, dentro de un carro y para sorpre...
Con el paso de las horas se fueron conociendo detalles del brutal asesinato de un hombre en la vía Armenia, dentro de un carro y para sorpresa del personal de la Rama Judicial de Pereira y también para el bajo mundo de las bandas criminales, la víctima mortal del suceso fue Jhon Jairo Castaño Calderón. Algunos lo conocerán mejor como J.J. ¿Y quién era ese? pues nada menos que el abogado de Cordillera.

Este hombre que en cuestiones de derecho penal conocía todos los ‘trucos’ para sacar bien librados a sus defendidos, llegó a manejar algunos de los casos más sonados de la banda delincuencial. Quienes por alguna razón tenían que asistir a las audiencias de reconocidos delincuentes, al conocer el nombre del abogado, ya sabían que se trataba de alguien relacionado con Cordillera.
La matada fue áspera
El homicidio ocurrió a las 4:31 de la tarde, frente al parque cementerio La Ofrenda. La Policía recibió el reporte de un ataque sicarial y, al llegar al sitio, encontró a un hombre de aproximadamente 60 años, de contextura gruesa, sin vida en el asiento del copiloto de un Kia Picanto gris, con placas PEN-039.
Según testigos, el vehículo se movilizaba en sentido Pereira-Armenia con cuatro ocupantes: el conductor, la víctima como copiloto y dos personas más en la parte trasera. Al detenerse en la tienda Bohíos, dos sicarios en moto se acercaron y dispararon repetidamente contra el copiloto. En medio del pánico, los otros ocupantes del carro huyeron en diferentes direcciones.
Minutos después, los asesinos regresaron, se acercaron al cuerpo y revisaron sus bolsillos antes de escapar. Algunos vecinos intentaron auxiliar al herido, pero este ya no tenía signos vitales, al ver regresar los sicarios la gente salió a esconderse.
¿Escondido?
Si bien J.J. seguía trabajando, al servicio de Cordillera, de manera extraoficial se conoció que últimamente poco salía de una finca donde residía en un sitio indeterminado, porque al parecer tenía amenazas de muerte. Se desconoce si estas advertencias estarían relacionadas con su actividad.

Este hombre que en cuestiones de derecho penal conocía todos los ‘trucos’ para sacar bien librados a sus defendidos, llegó a manejar algunos de los casos más sonados de la banda delincuencial. Quienes por alguna razón tenían que asistir a las audiencias de reconocidos delincuentes, al conocer el nombre del abogado, ya sabían que se trataba de alguien relacionado con Cordillera.
La matada fue áspera
El homicidio ocurrió a las 4:31 de la tarde, frente al parque cementerio La Ofrenda. La Policía recibió el reporte de un ataque sicarial y, al llegar al sitio, encontró a un hombre de aproximadamente 60 años, de contextura gruesa, sin vida en el asiento del copiloto de un Kia Picanto gris, con placas PEN-039.
Según testigos, el vehículo se movilizaba en sentido Pereira-Armenia con cuatro ocupantes: el conductor, la víctima como copiloto y dos personas más en la parte trasera. Al detenerse en la tienda Bohíos, dos sicarios en moto se acercaron y dispararon repetidamente contra el copiloto. En medio del pánico, los otros ocupantes del carro huyeron en diferentes direcciones.
Minutos después, los asesinos regresaron, se acercaron al cuerpo y revisaron sus bolsillos antes de escapar. Algunos vecinos intentaron auxiliar al herido, pero este ya no tenía signos vitales, al ver regresar los sicarios la gente salió a esconderse.
Dato
Agentes del CTI de la Fiscalía realizaron la inspección técnica del cadáver y confirmaron que presentaba más de 10 impactos de bala. Además, se verificó que la placa del carro pertenecía a otro vehículo, lo que podría indicar un intento de encubrimiento.
Los investigadores encontraron dentro del auto una botella de agua de una marca específica, lo que permitió rastrear que los ocupantes estuvieron en un restaurante cercano antes del ataque.
Agentes del CTI de la Fiscalía realizaron la inspección técnica del cadáver y confirmaron que presentaba más de 10 impactos de bala. Además, se verificó que la placa del carro pertenecía a otro vehículo, lo que podría indicar un intento de encubrimiento.
Los investigadores encontraron dentro del auto una botella de agua de una marca específica, lo que permitió rastrear que los ocupantes estuvieron en un restaurante cercano antes del ataque.
¿Escondido?
Si bien J.J. seguía trabajando, al servicio de Cordillera, de manera extraoficial se conoció que últimamente poco salía de una finca donde residía en un sitio indeterminado, porque al parecer tenía amenazas de muerte. Se desconoce si estas advertencias estarían relacionadas con su actividad.
Profesional.
Se especula además que, debido a que no salía, fue citado en un restaurante y luego de ello lo siguieron hasta que vieron la oportunidad de asesinarlo. Una hipótesis indica que las personas que viajaban con él en el Picanto, se lo pusieron en ‘bandeja de plata’ a los delincuentes de la moto que sabían que llegaría el carro a dicha tienda.
Los casos
Muchos fueron los procesos que J.J. manejó como abogado penalista, entre los más recientes se destacan la defensa de alias Juangui, vieja guardia de Cordillera, alias Truan y su hermano, procesados por la muerte del líder social, Lucas Villa. Y últimamente defendió a los sujetos detenidos en El Japón, donde encontraron un muerto, que al parecer iban a picar.
Se especula además que, debido a que no salía, fue citado en un restaurante y luego de ello lo siguieron hasta que vieron la oportunidad de asesinarlo. Una hipótesis indica que las personas que viajaban con él en el Picanto, se lo pusieron en ‘bandeja de plata’ a los delincuentes de la moto que sabían que llegaría el carro a dicha tienda.
Los casos
Muchos fueron los procesos que J.J. manejó como abogado penalista, entre los más recientes se destacan la defensa de alias Juangui, vieja guardia de Cordillera, alias Truan y su hermano, procesados por la muerte del líder social, Lucas Villa. Y últimamente defendió a los sujetos detenidos en El Japón, donde encontraron un muerto, que al parecer iban a picar.
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