En la mañana de ayer, monseñor Rigoberto Corredor se pronunció en una rueda de prensa sobre la muerte del sacerdote Darío Valencia Uribe, el...
En la mañana de ayer, monseñor Rigoberto Corredor se pronunció en una rueda de prensa sobre la muerte del sacerdote Darío Valencia Uribe, el clérigo dio a conocer los detalles de la investigación revelados por la Seccional de la Fiscalía de Risaralda.
Corredor explicó que no pudieron pronunciarse antes debido a las directrices de la Dirección Nacional de la Fiscalía, pero confirmó toda la información proporcionada previamente por este medio de comunicación sobre el caso.
Monseñor manifestó con profunda tristeza que, según los hallazgos de la Fiscalía, la desaparición del padre Darío, ocurrida el 25 de abril, activó de inmediato una investigación. Aseguró que desde la Diócesis no hubo presión alguna hacia las autoridades y reconoció que la Fiscalía actuó con profesionalismo.
Se realizó un seguimiento a los teléfonos celulares del padre Darío y de Julián Eduardo Cifuentes Gómez, el principal sospechoso. Además, se recolectaron grabaciones de cámaras de seguridad de la iglesia y de una estación de gasolina en el sector de Acapulco, donde Julián fue visto tanqueando la camioneta Nissan Frontier gris, con placa GKL 427, con la ventanilla parcialmente abierta.
El crimen
La investigación reveló que Julián Eduardo Cifuentes Gómez transportó el cuerpo del padre Darío en su camioneta por la vía La Virginia-Viterbo, deteniéndose en una estación de gasolina en Acapulco. Luego, optó por una ruta alterna que lo llevó a las veredas de Belalcázar, con el fin de evitar el peaje. Allí, en una zona veredal, Cifuentes estacionó el vehículo en el costado derecho de la vía, bajó el cuerpo del sacerdote y lo lanzó a un abismo de aproximadamente 40 metros. Después de abandonar el cadáver, Cifuentes se dirigió al municipio de Viterbo, donde limpió la camioneta y la guardó en un parqueadero del casco urbano el 25 de abril, alrededor de las 2:30 p.m., con la intención de dejarla allí por un mes.
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La confesión
Monseñor Rigoberto también relató cómo, tras rezar para que Dios tocara el corazón de Julián, este finalmente confesó. Inicialmente, cuando fue interrogado por la Fiscalía, Cifuentes se acogió al derecho de guardar silencio y no quiso hablar el primer día. Sin embargo, al recibir cartas de su familia, entre ellas de su madre, hermana e hijo, tal vez esto lo llenó de sentimiento y al día siguiente, el 14 de septiembre, en el Tribunal de Créteil, Francia, confesó el crimen.
Durante un interrogatorio que duró cerca de siete horas, Cifuentes detalló cómo asesinó al padre Darío, confirmando la información ya recolectada por la Fiscalía. Admitió que disparó cuatro veces al sacerdote dentro de la camioneta poco después de salir de la iglesia María Auxiliadora de Pereira, y que lo hizo en una vía de la ciudad, que el padre quedó recostado sobre el volante de la camioneta y se negó a explicar los motivos del homicidio; se reservó esa información; es decir, nunca se sabrá el verdadero motivo. Monseñor sugirió que el móvil del crimen podría haber sido por dinero.
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Huyó
Julián Cifuentes fue citado por la Fiscalía para rendir su versión de los hechos, ya que fue la última persona que vio con vida al padre Darío. Aunque inicialmente afirmó que había dejado al sacerdote en un determinado lugar, las autoridades no tenían suficientes pruebas ni una orden de captura en ese momento, por lo que fue liberado, momento que aprovechó Julián para hacer maletas y salir del país. Cuando la Fiscalía ya tenía la orden de captura este se encontraba viajando, luego emitieron la circular roja que terminó con su captura en un hotel de Francia donde estaba esperando que llegara la hora para tomar otro vuelo al parecer a un país que no tiene tratado de extradición.
Monseñor confirmó que los restos del padre Darío fueron finalmente hallados en el lugar que había indicado Cifuentes y que fue gracias a la canina del CTI, que se sentó en el cráneo, cuando los investigadores estaban cansados y decidieron tomar un respiro. Informó también que solo se encontraron sus huesos, junto con su yin, zapatos y correa; no quedaba piel ni carne. Estos restos serán analizados por Medicina Legal en Cali y posteriormente entregados a su madre. Se espera realizar una solemne eucaristía en la Catedral de Pereira.
Agradecimientos a la Fiscalía
Monseñor Rigoberto Corredor elogió la labor de la Fiscalía, en particular la del director seccional de Risaralda, César Augusto Bolaños, y el fiscal especializado, Andrés González, quien lideró la investigación y viajó a Francia a reunirse con Julián Cifuentes. Destacó que fue admirable que la Fiscalía lograra enviar una comisión a interrogar a Cifuentes en París, algo que no fue posible antes debido a las estrictas medidas de seguridad implementadas por los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en la ciudad. Una vez concluidos los eventos, los jueces tuvieron mayor libertad para avanzar en el proceso. Un juez francés evaluó las pruebas materiales recolectadas por la Fiscalía colombiana, las cuales fueron fundamentales para el interrogatorio.
La madre del padre Darío está en shock
En un emotivo comentario, monseñor compartió que la madre del padre Darío Valencia sigue bajo el cuidado de la diócesis. “Ella siempre ha estado en shock, más que lágrimas, es el dolor y la tristeza. Tiene mucha fe y no ha sido desamparada; la tenemos en un lugar tranquilo y seguro”, expresó.
Llamado a la calma
Durante la rueda de prensa, monseñor Corredor pidió respeto hacia la familia de Julián Cifuentes, haciendo énfasis en que ni su madre, hijo ni su hermana son responsables de sus actos. Instó a la comunidad a no tomar represalias violentas ni verbales contra esta familia humilde, que no tiene ninguna relación con el crimen.
Sin arrepentimiento
Finalmente, monseñor Rigoberto reveló que, según la información entregada por la Fiscalía, Julián Cifuentes no mostró señales de arrepentimiento ni ofreció disculpas o mensajes de perdón tras confesar el asesinato del sacerdote.
Corredor explicó que no pudieron pronunciarse antes debido a las directrices de la Dirección Nacional de la Fiscalía, pero confirmó toda la información proporcionada previamente por este medio de comunicación sobre el caso.
Monseñor manifestó con profunda tristeza que, según los hallazgos de la Fiscalía, la desaparición del padre Darío, ocurrida el 25 de abril, activó de inmediato una investigación. Aseguró que desde la Diócesis no hubo presión alguna hacia las autoridades y reconoció que la Fiscalía actuó con profesionalismo.
Se realizó un seguimiento a los teléfonos celulares del padre Darío y de Julián Eduardo Cifuentes Gómez, el principal sospechoso. Además, se recolectaron grabaciones de cámaras de seguridad de la iglesia y de una estación de gasolina en el sector de Acapulco, donde Julián fue visto tanqueando la camioneta Nissan Frontier gris, con placa GKL 427, con la ventanilla parcialmente abierta.
El crimen
La investigación reveló que Julián Eduardo Cifuentes Gómez transportó el cuerpo del padre Darío en su camioneta por la vía La Virginia-Viterbo, deteniéndose en una estación de gasolina en Acapulco. Luego, optó por una ruta alterna que lo llevó a las veredas de Belalcázar, con el fin de evitar el peaje. Allí, en una zona veredal, Cifuentes estacionó el vehículo en el costado derecho de la vía, bajó el cuerpo del sacerdote y lo lanzó a un abismo de aproximadamente 40 metros. Después de abandonar el cadáver, Cifuentes se dirigió al municipio de Viterbo, donde limpió la camioneta y la guardó en un parqueadero del casco urbano el 25 de abril, alrededor de las 2:30 p.m., con la intención de dejarla allí por un mes.
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La confesión
Monseñor Rigoberto también relató cómo, tras rezar para que Dios tocara el corazón de Julián, este finalmente confesó. Inicialmente, cuando fue interrogado por la Fiscalía, Cifuentes se acogió al derecho de guardar silencio y no quiso hablar el primer día. Sin embargo, al recibir cartas de su familia, entre ellas de su madre, hermana e hijo, tal vez esto lo llenó de sentimiento y al día siguiente, el 14 de septiembre, en el Tribunal de Créteil, Francia, confesó el crimen.
Durante un interrogatorio que duró cerca de siete horas, Cifuentes detalló cómo asesinó al padre Darío, confirmando la información ya recolectada por la Fiscalía. Admitió que disparó cuatro veces al sacerdote dentro de la camioneta poco después de salir de la iglesia María Auxiliadora de Pereira, y que lo hizo en una vía de la ciudad, que el padre quedó recostado sobre el volante de la camioneta y se negó a explicar los motivos del homicidio; se reservó esa información; es decir, nunca se sabrá el verdadero motivo. Monseñor sugirió que el móvil del crimen podría haber sido por dinero.
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Huyó
Julián Cifuentes fue citado por la Fiscalía para rendir su versión de los hechos, ya que fue la última persona que vio con vida al padre Darío. Aunque inicialmente afirmó que había dejado al sacerdote en un determinado lugar, las autoridades no tenían suficientes pruebas ni una orden de captura en ese momento, por lo que fue liberado, momento que aprovechó Julián para hacer maletas y salir del país. Cuando la Fiscalía ya tenía la orden de captura este se encontraba viajando, luego emitieron la circular roja que terminó con su captura en un hotel de Francia donde estaba esperando que llegara la hora para tomar otro vuelo al parecer a un país que no tiene tratado de extradición.
Monseñor confirmó que los restos del padre Darío fueron finalmente hallados en el lugar que había indicado Cifuentes y que fue gracias a la canina del CTI, que se sentó en el cráneo, cuando los investigadores estaban cansados y decidieron tomar un respiro. Informó también que solo se encontraron sus huesos, junto con su yin, zapatos y correa; no quedaba piel ni carne. Estos restos serán analizados por Medicina Legal en Cali y posteriormente entregados a su madre. Se espera realizar una solemne eucaristía en la Catedral de Pereira.
Agradecimientos a la Fiscalía
Monseñor Rigoberto Corredor elogió la labor de la Fiscalía, en particular la del director seccional de Risaralda, César Augusto Bolaños, y el fiscal especializado, Andrés González, quien lideró la investigación y viajó a Francia a reunirse con Julián Cifuentes. Destacó que fue admirable que la Fiscalía lograra enviar una comisión a interrogar a Cifuentes en París, algo que no fue posible antes debido a las estrictas medidas de seguridad implementadas por los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en la ciudad. Una vez concluidos los eventos, los jueces tuvieron mayor libertad para avanzar en el proceso. Un juez francés evaluó las pruebas materiales recolectadas por la Fiscalía colombiana, las cuales fueron fundamentales para el interrogatorio.
La madre del padre Darío está en shock
En un emotivo comentario, monseñor compartió que la madre del padre Darío Valencia sigue bajo el cuidado de la diócesis. “Ella siempre ha estado en shock, más que lágrimas, es el dolor y la tristeza. Tiene mucha fe y no ha sido desamparada; la tenemos en un lugar tranquilo y seguro”, expresó.
Llamado a la calma
Durante la rueda de prensa, monseñor Corredor pidió respeto hacia la familia de Julián Cifuentes, haciendo énfasis en que ni su madre, hijo ni su hermana son responsables de sus actos. Instó a la comunidad a no tomar represalias violentas ni verbales contra esta familia humilde, que no tiene ninguna relación con el crimen.
Sin arrepentimiento
Finalmente, monseñor Rigoberto reveló que, según la información entregada por la Fiscalía, Julián Cifuentes no mostró señales de arrepentimiento ni ofreció disculpas o mensajes de perdón tras confesar el asesinato del sacerdote.
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