En el corazón del barrio Poblado II de Pereira, queda un lugar que a simple vista y por la costumbre de poseer un paisaje bendecido de verde...
En el corazón del barrio Poblado II de Pereira, queda un lugar que a simple vista y por la costumbre de poseer un paisaje bendecido de verde pasa inadvertido, muchos dirán que es maleza, pero se convirtió en el hogar de más de 250 especies de insectos y aves que se encargan de esparcir más semillas para su propio beneficio y el de las abejas.
“Hace nueve años esta zona de sesión ambiental que pertenece a la alcaldía era el destino para las basuras del barrio, es más después del cerramiento natural, las personas abrían las plantas para meter la basura”, comenta Olga Patiño, la conservadora ambiental que hace posible este santuario en medio de la polución.
El Refugio Urbano de Fauna y Flora está a un costado del supermercado por la calle 33A, los visitantes se pueden quedar asombrados de cuánta vida hay en este lugar: zarigüeyas, aguilillas, arañas cangrejo, escarabajos tortuga, (membrácidos, insectos diablo o monstruos diminutos del bosque lluvioso que son muy escasos), hasta gallinazos llegan a comer los cueritos de pollo que los vecinos le regalan a Olga.
Cuando Olga llegó a vivir a la casa contigua a este espacio solo había tres palos de mango y uno de aguacate. “Lo que he hecho es dejar que crezca y hace 2 años y medio hablé con la protectora de animales, me dijeron que empezara a meter todo lo que encontrara de especies, por ejemplo en este momento las loras traen los hijos, los dejan todo el día y los recogen por la tarde, es la guardería de ellas”.
Hay una plataforma internacional que se llama Naturalis, cada año se hace una competencia y el Refugio siempre ha quedado en tercer lugar. El año pasado participaron por primera vez en un Proceda (Proyectos Ciudadanos de Educación Ambiental) de la Carder y este año ya se lo ganaron, aparte Olga también hace parte de Artrópodos de Risaralda, lo que aumenta la conservación y genera una especie de censo de la población de insectos.
“Hace nueve años esta zona de sesión ambiental que pertenece a la alcaldía era el destino para las basuras del barrio, es más después del cerramiento natural, las personas abrían las plantas para meter la basura”, comenta Olga Patiño, la conservadora ambiental que hace posible este santuario en medio de la polución.
El Refugio Urbano de Fauna y Flora está a un costado del supermercado por la calle 33A, los visitantes se pueden quedar asombrados de cuánta vida hay en este lugar: zarigüeyas, aguilillas, arañas cangrejo, escarabajos tortuga, (membrácidos, insectos diablo o monstruos diminutos del bosque lluvioso que son muy escasos), hasta gallinazos llegan a comer los cueritos de pollo que los vecinos le regalan a Olga.
Cuando Olga llegó a vivir a la casa contigua a este espacio solo había tres palos de mango y uno de aguacate. “Lo que he hecho es dejar que crezca y hace 2 años y medio hablé con la protectora de animales, me dijeron que empezara a meter todo lo que encontrara de especies, por ejemplo en este momento las loras traen los hijos, los dejan todo el día y los recogen por la tarde, es la guardería de ellas”.
Hay una plataforma internacional que se llama Naturalis, cada año se hace una competencia y el Refugio siempre ha quedado en tercer lugar. El año pasado participaron por primera vez en un Proceda (Proyectos Ciudadanos de Educación Ambiental) de la Carder y este año ya se lo ganaron, aparte Olga también hace parte de Artrópodos de Risaralda, lo que aumenta la conservación y genera una especie de censo de la población de insectos.
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