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Los únicos que pierden son los niños

Liliana Cardona Marín

Poner el dedo en la llaga no es una tarea fácil y mucho menos divertida, solo es una labor incómodamente necesaria, porque la prensa debe ayudar a la ciudadanía a ser veedora pública. Como si el enrevesado inicio de año escolar de los estudiantes de la ciudad hubiese sido poco, para un reducto de 1.250 de estos niños la pesadilla de la anormalidad académica no termina, a causa también de la falta de planeación de la Secretaría de Educación.





Hasta el más desinformado de los pereiranos sabe que a finales de 2023, tendrán lugar en las ciudades del eje cafetero los Juegos Nacionales, que el proceso ha estado agónico y le dan bocanadas de aire cuando ya se cree sin vida. ¿Cómo es posible entonces que aún a sabiendas de que el Coliseo Menor necesitaba intervenciones de obra civil no se haya tenido un plan B para el colegio Carlota Sánchez, que es su vecino?




Semanas después de que el polvo de la obra ya había enfermado a los niños decidieron tomar en alquiler la sede de la Universidad Remington, por dos meses que según los encargados de la obra sería el tiempo que tardarían en hacer los trabajos que ocasionan las molestias mayores para toda la comunidad educativa.




La pandemia de la administración pública


No sucedió nada de lo esperado (como siempre), ni los trabajos terminaron con los planes propuestos para las demoliciones, ni ampliaron el contrato de arrendamiento en la sede provisional y la solución más práctica que encontraron fue alternar la asistencia de los niños de primaria con los de bachiller así: dos días a la semana de primero a quinto y tres días los de 6 a 11.




Al parecer, en la alcaldía no saben que la educación privada le lleva años luz a la pública y que si los índices y cifras no fueron buenos cuando los alumnos estudiaron ¿qué será entonces de la evaluación de este año si el tiempo de aprendizaje sigue a medias? Esos serán los estudiantes que reciban la universidades de alta calidad y que llegarán a medirse con chicos de otras ciudades y con los de los privados.




La inversión y la incertidumbre


Al problema del polvo se le debe sumar uno peor y que tiene desesperado desde el guarda de seguridad, pasando por la señora de la cafetería, hasta estudiantes y profesores, es el ruido que causan los martillos y taladros neumáticos. Son 600 niños de primaria, los que están como gitanos.




La inversión para este escenario deportivo asciende a los $11.000 millones, los cuales corresponden $10.000 a ejecución y $1.000 a interventoría. Así lo anunció el municipio el 16 de febrero.





El 22 de febrero de 2023, menos de un mes después de iniciado el calendario lectivo, la alcaldía de Pereira y la Secretaría de Educación (que ha brillado por su improvisación en todos los temas del sector), informó sobre el traslado. Ese tiempo pasó y las obras que entorpecen el desarrollo educativo continúan.




El desarrollo de las justas deportivas es un evento importantísimo para la ciudad, porque hay ocupación hotelera y revocación de escenarios, pero el derecho a la educación es mucho más importante y parece que con que este se de a medias es suficiente. Polvo, ruido y olores de las tuberías que han sido destapadas como todo proceso normal de remodelación.


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