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Cine y música como proyectos de vida

Liliana Cardona Marín

La historia reciente de este país pone en la escena pública a las minorías hace poco más de 30 años. Reconocerse como negro o indígena aún es una lucha desigual, pero sin importar las puertas que haya que tocar, las dos historias a continuación muestran el tesón que tienen para derrotar barreras y hacerse visibles.



Alucinados por un sueño

El proyecto Líricas de la montaña que impulsa desde 2016, el profesor Freider Yulian Trejos Villaneda, ha tocado muchas vidas de jóvenes del Resguardo Cañamomo - Lomaprieta ubicado entre Supía y Riosucio Caldas, pero logró salvar concretamente una vida que iba directo al abismo y esto es lo más valioso. “Rescatamos a uno de los actores, que ya estaba a punto de cargar el costal, había dejado los estudios en sexto y ahora está en décimo, le dije ‘No hermano, este es el camino’ y me siguió”, comenta el profesor Trejos.


Todos los actores del largometraje ‘Alucinógeno’ son estudiantes de la I.E. Cañamomo Lomaprieta y algunas personas de la comunidad que se dejaron contagiar del profesor Trejos y su compañero de la asignatura de Castellano, Víctor Manuel Hernández Trejos. Siempre graban después de clase.


Otros productos de este proyecto cinematográfico son: los documentales ‘Dónde está Daniela’ (evitar el matoneo) del que los padres de familia quedaron impactados y ‘Familias paneleras’ (reivindicando saberes tradicionales), así como los cortos ‘El duende’, ‘La madre tierra’ (hecho en Pandemia) y ‘Mujer’, todos estas realizaciones se pueden ver en el fan page del proyecto.


Tocar y tocar puertas

Hacer arte en Colombia es cosa de valientes que no desisten ante la indiferencia estatal. Para grabar ‘Alucinógeno’, se fueron por las alcaldías de los dos municipios y en ninguna encontraron eco, ni siquiera les dieron los permisos para grabar en las calles, tanto así que en Riosucio, de tantos funcionarios que se tiraron la pelota, fueron a dar donde el personero y este fue el encargado del no definitivo. Pero contradictoriamente la comunidad llenó el Teatro Cuesta en el estreno.




Por parte de la organización Cabildo, la ayuda se materializó en el permiso para publicar los productos en la página y con la guardia indígena para grabar con tranquilidad en Sipirra. Pero la financiación ha corrido por cuenta de los compañeros docentes explica el profesor: “algunos de ellos pensionados nos ayudaron para gestionar el transporte de los muchachos, pero la rectora y el coordinador se metieron las manos al bolsillo para los almuerzos”. Con la Secretaría de Cultura de Caldas no han podido lograr un contacto personal, solo por medios digitales.


Para conseguir las armas del filme, se caminó junto a su cuñada todas las jugueterías de Supía, cuando ya estaban sin ánimo llegaron al último remate, ella le dijo que entrata que las habían encontrado, pero que las tenían que pintar. Después solo fue pedirle al camarógrafo que no hiciera planos cerrados para que no se notara lo inofensivas. Otra de las anécdotas que pasaron en esta locura de hacer cine con las uñas y desde la provincia fue “En pleno rodaje llegó el carro de un funcionario con escoltas y nos asustamos mucho, porque de pronto pensaban que éramos malos reales, pero uno de los de seguridad nos dijo: tranquilos que yo los sigo en Facebook”.



¿Apología al crimen?

Esta ha sido una pregunta que se le hace al docente director del proyecto y él responde que el cine no puede ocultar la realidad. “El problema de las drogas está en toda la sociedad, que en estas dos poblaciones se han registrado fleteos a comerciantes y precisamente lo que quiere mostrar el largometraje es que si hay proyecto de vida, como el del personaje de Estefanía, a través de la música, por más tentador que sea el dinero fácil, no va a tener cabida en la vida de los muchachos”. Invita a los padres de familia a que se interesen más en sus hijos, que les pongan más atención y les formulen un proyecto de vida.


Dato

Toda la banda sonora de ‘Alucinógeno’ es producción original de los muchachos. Ahora están hallando la forma de registrar la canción Cañamomo Lomaprieta de uno de ellos.


David lucha contra algo más grande que Goliat

Era 1995 y en la Virginia, Risaralda nace David Andrés Vélez Montoya. El padre, músico también se da cuenta que al contrario de sus otros tres hijos, con apenas 5 años a David la música se le da por naturaleza. Años después entra a estudiar piano y lo hace durante algún tiempo, pero él no quiere eso. él lo que quiere es cantar. David no ha estado nunca en una escuela de formación vocal, todo lo ha aprendido del papá.


Así empieza un camino hacia el reconocimiento artístico al lado de su progenitor, se presentaban en todas partes: fiestas, restaurantes, serenatas y hasta transporte público. ‘El charrito del puerto’, su nombre artístico cuando tiene 12 años y admira mucho a Jhonny Rivera, tanto como para escribirle una canción y por eso aprovecharon unas fiestas del pueblo en que David se presentaría como telonero, el alcalde de ese tiempo sabía de la composición y cuando Jhonny hizo un intermedio en el show central, David le cantó.




Así empezó una aventura con promesa a bordo que incluyó una presentación en Piendamó, Cauca, a donde Jhonny hizo viajar a David y al papá para el Show de Jorge Barón. Rivera le dijo que iban a grabar el video de la canción, cosa que sí sucedió y que lo iba a promocionar cosa que no pasó, pero los años sí y eso a David ya no le importa, lo que quiere es que todo Pereira sepa, que hay un cantante, que por el momento se presenta como mariachi, pero que si lo apoyan van a tener solista para rato.


Cifra

$30.000 le corresponde a cada integrante del mariachi por serenata, pero hay que hacer muchas, porque ese es el mismo valor de una carrera de Pereira a La Virginia.


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