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40 años que ardieron en minutos

El cansancio del corre corre con los preparativos y celebraciones de la Semana Santa que concluía, no dieron paso a la precaución, luego que sobre la 1:30 p.m. del domingo de resurrección 17 de abril, al cerrar las puertas de la parroquia de San Marcos evangelista y tanto sacerdote, sacristana, diácono, secretaria del despacho, como regidor de la Semana Santa y demás colaboradores se fueran a descansar después de terminada la procesión y la misa de 12:00.




El peligro estaba servido: fueron más de 30 velones encendidos, porque solo se apagaban en las noches, las cortinas que adornaron el Monumento del Jueves Santo, los cables de los micrófonos, el cielo raso de madera y las altas temperaturas que calentaron el final de la Semana Mayor en Dosquebradas. Entonces las llamas hicieron su aparición y la comunidad empezó a dar gritos de alarma “avísenle al padre, llamen al Padre que está saliendo mucho humo, la iglesia se está quemando”.

Eran las 2:53 minutos de la tarde y el cura párroco Nelson Duque Marín, se disponía a tomar una siesta después de almorzar y antes de la eucaristía de las 5:00, que sería la penúltima de ese día de fiesta en la Iglesia Católica y por eso estaba sin camisa. Iba escaleras arriba en la casa cural que está contigua a la parroquia y se dirigía a su habitación cuando se formó el alboroto.

Inmediatamente, como le habían explicado en la capacitación de seguridad en el trabajo, tomó el extintor pero de nada sirvió porque las llamas ya tocaban el techo, entonces en su carrera “me dirigí rápido a abrir las puertas para que el templo no explotara y para que el humo saliera, en medio del shock no me dolió el duro golpe que me dí en el brazo derecho con una de las puertas, ni el tropiezo con las bancas, también fue mucho el humo que inhalé”.





El sacerdote Nelson Duque lleva solamente cinco años al frente de una ferviente comunidad que por 40 años ha velado porque Santa Isabel crezca en vecindad. Los vecinos de la parroquia son la subestación de la Chec, el colegio de la fundación Frisby y el variado comercio que ha apoyado desinteresadamente la labor pastoral de los ocho presbíteros que por allí han pasado.

Los vecinos estaban extasiados con las recientes celebraciones, las cuales califican de hermosas por lo concurridas y por ver la terminación de la obras en las que se cambiaron vidrios por vitrales, acabados en la fachada y la casa cural, iluminación de lujo, confesionarios nuevos, seis ventiladores, libros litúrgicos nuevos y una cubierta tallada en madera, ya no daban paso al recuerdo del robo de hace un año cuando la misma comunidad alertó a la policía sobre la presencia de gente ajena al barrio.




Una ramada que se embelleció

La década de los años 80 apenas despegaba, los pocos vecinos de Santa Isabel estrenaban casa y debían ir al barrio Guadalupe a buscar la eucaristía, otras veces el párroco de esa iglesia venía y ponía un crucifijo en la esquina de la casa de la señora Gloria López Tintinago, para celebrar la misa.

Poco tiempo después llegó al barrio un sacerdote francés de nombre Pierre Marois, él fue quien escogió el nombre de San Marcos para la parroquia y en compañía del diácono Fabio Monsalve celebraron las primeras eucaristías en una ramada con techo de zinc. La casa del diácono está justo al costado derecho por donde el incendio comenzó, pero dado al avanzado estado de edad y de salud del señor Monsalve no puede dar entrevistas.

Empanadas, bazares, bingos y demás actividades comunitarias fueron embelleciendo la ramada, hasta convertirla en lo que era el pasado domingo. La comunidad tiene el reto de volver a empezar y están decididos a poner el pecho de nuevo a las obras que si no les quedaron grandes cuando eran solo 20 familias las que se ubicaban alrededor de San Marcos evangelista, mucho menos ahora que son más de siete cuadras con habitantes en un 80% católicos.

En un acto de conservación, el señor Obispo llegó a la parroquia para hacer la reserva de las hostias consagradas y llevarlas a un lugar seguro para custodiarlas. Una emergencia que 40 años después del decreto eclesial de la creación de este templo nadie imaginaba que pudiera ocurrir.

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