Si la muerte de don Tomás Suárez no hubiera coincidido con la época de la pandemia, a la sala de velación y a la iglesia de Altagracia no l...
Si la muerte de don Tomás Suárez no hubiera coincidido con la época de la pandemia, a la sala de velación y a la iglesia de Altagracia no les habría cabido la multitud que con seguridad se habría acercado para acompañar y dar el último adiós a este destacado líder.
No hay en Altagracia alguien que no haya conocido al señor Suárez o a sus 10 hijos. Este hombre, a quien le faltaba poco para llegar a los 95 años (nació el 22 de abril de 1925), entregó su vida por el bienestar de la comunidad, en especial del barrio León Suárez, del cual fue fundador junto con su amigo Bernabé León, el barrio lleva el nombre de los dos.
Don Tomás trabajó como caficultor toda su vida y durante los últimos años vivió del fruto que le dejaron décadas de sacrificios. Enviudó y sus últimos 30 años los pasó al lado de doña María Nelly Valencia su segunda esposa, quien fue una de las últimas personas en verlo con vida.
Cuenta doña Nelly que la salud de don Tomás siempre fue envidiable, la mayoría de sus funciones estaban intactas y comía de todo, aunque sufría del corazón.
Por desgracia hace tres meses se cayó y se fracturó la cadera, de la cirugía se estaba recuperando bien y aunque tenía que permanecer en una silla de ruedas, se le veía animado.
Llamaron a los paramédicos y estos trataron hasta el último momento de reanimarlo, pero ya era la hora de partir y don Tomás dio el último suspiro. Murió en la tranquilidad de su casa en el barrio Guayacanes de Cuba, pues siempre ese fue su deseo.
Sin velación
Con tristeza, doña Nelly cuenta que toda la noche el cuerpo de don Tomás estuvo solito en la sede de la funeraria de la vía a Armenia y ayer en la tarde se realizó la cremación, solo pudieron estar allí dos hijas y un nieto. Manifiesta que ella tampoco pudo acudir debido a que tiene más de 70 años.
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