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Emilio Adolfo Murillo Arteaga había encontrado cierta estabilidad económica y personal al radicarse en el barrio El Dorado I de Cuba en compañía de su hermano Alejandro, la familia de este y unos amigos, todos provenientes de Venezuela.
El joven de 23 años trabajaba en construcción y con lo que ganaba, ayudaba a pagar la casa ubicada en la manzana 4 y le enviaba dinero a su pequeña niña residente en Medellín y a sus padres que lo esperaban en Barquisimeto.
Según Alejandro, Emilio Adolfo estaba feliz en Pereira pues fácilmente le resultaba trabajo y se sentía muy acompañado con su hermano y las demás personas que residen en la casa.
Por desgracia, donde encontró lo que él pensaba que sería su hogar por mucho tiempo, lo esperaba la muerte y de una forma tan absurda que los allegados aún no lo creen.
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| Vivienda de tres pisos en la cual vivía Emilio Adolfo. |
En la tarde de este viernes 10 de abril, alrededor de las 4:00 p.m., el joven subió al tercer piso por unos tenis que tenía secando en el techo de otra casa, estaban un poco retirados, así que él se estiró lo más que pudo para alcanzarlos y se prendió de una varilla, pero esta se zafó y el peso del cuerpo le pudo a Emilio que cayó a plena calle de una altura de 9 metros.
Entre su hermano y los amigos lo llevaron en un vehículo al hospital de San Joaquín, por desgracia una hora después murió debido a un trauma craneoencefálico severo.
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| Ventana desde la cual el joven cayó. |
El rostro de su hermano lo dice todo. Con la muerte de Emilio se acabaron las ilusiones que este tenía de vivir en Colombia y ahora solo quiere terminar los trámites fúnebres, que las autoridades le den el permiso para cremar el cuerpo y así poder viajar a su tierra natal para llevarle las cenizas a sus padres.
Este joven, también dedicado a los oficios de la construcción se siente impotente, pues no pudo hacer nada para salvar a su hermano y su dolor es aún más terrible, pues él fue testigo del fatal accidente y tiene esa imagen viva en su mente. En video su testimonio.
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