La familia, amigos y excompañeros de trabajo de Ciro Alfonso González Forero, un adulto mayor de 85 años lleno de energía y amor por la vida...
La familia, amigos y excompañeros de trabajo de Ciro Alfonso González Forero, un adulto mayor de 85 años lleno de energía y amor por la vida, aún no salen del asombro por su repentina partida. Don Ciro fue el hombre que perdió la vida el domingo 19 de octubre, tras ser arrollado por una buseta de servicio público en el sector del Jordán, un hecho que ha causado profunda tristeza, especialmente entre quienes lo conocieron en el colegio INEM Felipe Pérez, donde trabajó durante muchos años como psicoorientador y del cual se pensionó.
El accidente
Ese domingo, como de costumbre, don Ciro se levantó temprano. Su esposa, Alba Cecilia Herrera Murillo, con quien compartió 45 años de matrimonio, le preparó el desayuno antes de que saliera de casa ubicada en el barrio el Jardín Primera Etapa de Pereira. Sin embargo, él le dijo con una sonrisa que lo comería más tarde, cuando regresara de la charla naturista a la que solía asistir cada quince días en el sector del Jordán.
Como uno de sus hijos no pudo acompañarlo en esta ocasión, decidió ir solo. Tomó la ruta 14 del transporte público, la cual lo hacía siempre, se bajó en el reversadero de las busetas y comenzó a caminar hacia su destino, ubicado a unos 500 metros del lugar.
A las 10:30 de la mañana, cuando caminaba por la cuneta de la carretera, en el kilómetro 26, a la altura del Santuario de la Virgen del Jordán, el conductor de la buseta en la que había viajado don Ciro, empezó a realizar maniobras en reversa para ubicarse mejor. Lamentablemente, no se percató de que don Ciro estaba detrás, caminando e iba de espaldas hacía la buseta. El vehículo lo golpeó y lo arrolló accidentalmente. El impacto fue mortal: las llantas traseras le pasaron por encima de la cabeza y una de sus piernas quedó atrapada bajo el bus. Aunque varias personas corrieron a auxiliarlo, ya no había nada que hacer.
Su familia lo recuerda con amor
Su hijo Jorge Andrés González Herrera contó a Q’hubo Pereira que su padre era un hombre admirable, vital y amoroso.
“Mi papá era muy activo, se valía por sí mismo, hacía sus diligencias, se cuidaba mucho en la alimentación para evitar enfermedades y era muy deportista. Ese domingo iba a su charla naturista, algo que hacía cada 15 días porque era muy juicioso con su salud”, relató.
Con voz entrecortada, Jorge Andrés recordó que ese día él se encontraba en casa, mientras su mamá había salido con otro de sus hijos y los nietos. “En horas de la tarde llegó una persona a la vivienda que nos dijo que algo le había pasado a mi papá y que llamáramos a la Policía de Tránsito. Él llevaba el celular, pero quedó destruido con el accidente”, añadió.
“Era un bacán con todos, era un gran padre, esposo y hermano, un hombre ejemplar. Le gustaba mucho bailar, compartir con la familia, educar a todos sobre la alimentación sana y mantenernos unidos. Era un bacán con sus sobrinos y con todos”, expresó.
Su vida
Don Ciro nació en La Mesa, Cundinamarca, pero desde muy joven se radicó en Pereira, donde formó su hogar junto a su esposa Alba Cecilia, también docente. De su matrimonio nacieron tres hijos, entre ellos unos gemelos y tenía siete hermanos. Vivían en el barrio El Jardín. Se desempeñó como psicoorientador en el colegio INEM Felipe Pérez, institución donde dejó una huella imborrable y donde participó activamente en actividades deportivas, incluso en las olimpiadas del colegio. Hoy sus familiares y amigos lo recuerdan como un hombre lleno de amor, sabiduría y energía, que a sus 85 años seguía disfrutando de la vida, la naturaleza y la buena compañía. Su partida deja un gran vacío, pero también el ejemplo de una vida bien vivida, con propósito y alegría.
El accidente
Ese domingo, como de costumbre, don Ciro se levantó temprano. Su esposa, Alba Cecilia Herrera Murillo, con quien compartió 45 años de matrimonio, le preparó el desayuno antes de que saliera de casa ubicada en el barrio el Jardín Primera Etapa de Pereira. Sin embargo, él le dijo con una sonrisa que lo comería más tarde, cuando regresara de la charla naturista a la que solía asistir cada quince días en el sector del Jordán.
Como uno de sus hijos no pudo acompañarlo en esta ocasión, decidió ir solo. Tomó la ruta 14 del transporte público, la cual lo hacía siempre, se bajó en el reversadero de las busetas y comenzó a caminar hacia su destino, ubicado a unos 500 metros del lugar.
A las 10:30 de la mañana, cuando caminaba por la cuneta de la carretera, en el kilómetro 26, a la altura del Santuario de la Virgen del Jordán, el conductor de la buseta en la que había viajado don Ciro, empezó a realizar maniobras en reversa para ubicarse mejor. Lamentablemente, no se percató de que don Ciro estaba detrás, caminando e iba de espaldas hacía la buseta. El vehículo lo golpeó y lo arrolló accidentalmente. El impacto fue mortal: las llantas traseras le pasaron por encima de la cabeza y una de sus piernas quedó atrapada bajo el bus. Aunque varias personas corrieron a auxiliarlo, ya no había nada que hacer.
Su familia lo recuerda con amor
Su hijo Jorge Andrés González Herrera contó a Q’hubo Pereira que su padre era un hombre admirable, vital y amoroso.
“Mi papá era muy activo, se valía por sí mismo, hacía sus diligencias, se cuidaba mucho en la alimentación para evitar enfermedades y era muy deportista. Ese domingo iba a su charla naturista, algo que hacía cada 15 días porque era muy juicioso con su salud”, relató.
Con voz entrecortada, Jorge Andrés recordó que ese día él se encontraba en casa, mientras su mamá había salido con otro de sus hijos y los nietos. “En horas de la tarde llegó una persona a la vivienda que nos dijo que algo le había pasado a mi papá y que llamáramos a la Policía de Tránsito. Él llevaba el celular, pero quedó destruido con el accidente”, añadió.
“Era un bacán con todos, era un gran padre, esposo y hermano, un hombre ejemplar. Le gustaba mucho bailar, compartir con la familia, educar a todos sobre la alimentación sana y mantenernos unidos. Era un bacán con sus sobrinos y con todos”, expresó.
Su vida
Don Ciro nació en La Mesa, Cundinamarca, pero desde muy joven se radicó en Pereira, donde formó su hogar junto a su esposa Alba Cecilia, también docente. De su matrimonio nacieron tres hijos, entre ellos unos gemelos y tenía siete hermanos. Vivían en el barrio El Jardín. Se desempeñó como psicoorientador en el colegio INEM Felipe Pérez, institución donde dejó una huella imborrable y donde participó activamente en actividades deportivas, incluso en las olimpiadas del colegio. Hoy sus familiares y amigos lo recuerdan como un hombre lleno de amor, sabiduría y energía, que a sus 85 años seguía disfrutando de la vida, la naturaleza y la buena compañía. Su partida deja un gran vacío, pero también el ejemplo de una vida bien vivida, con propósito y alegría.
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