Ni en los velorios hay paz. Según las autoridades, este ataque estaría relacionado con los últimos asesinatos que han sacudido en el municip...
Ni en los velorios hay paz. Según las autoridades, este ataque estaría relacionado con los últimos asesinatos que han sacudido en el municipio. Los sicarios arrancaron en moto y se perdieron, como si la tierra se los tragara. Todo apunta a otro ajuste de cuentas entre las bandas del microtráfico que ya convirtieron cada esquina en una trinchera.
El crimen
La violencia se apodera de las calles en medio de la oscuridad. Mientras despedían a Jhan Steven Ospina Velásquez, asesinado el jueves en el barrio Álamos, los sicarios volvieron a aparecer. A eso de las 3 de la madrugada del sábado, en medio del dolor y las lágrimas, un grupo de personas se alistaba para irse del velorio cuando fueron sorprendidos por una lluvia de balas.

El crimen
La violencia se apodera de las calles en medio de la oscuridad. Mientras despedían a Jhan Steven Ospina Velásquez, asesinado el jueves en el barrio Álamos, los sicarios volvieron a aparecer. A eso de las 3 de la madrugada del sábado, en medio del dolor y las lágrimas, un grupo de personas se alistaba para irse del velorio cuando fueron sorprendidos por una lluvia de balas.

El ataque ocurrió en el sector conocido como El Rincón de la Cruz, parte alta del barrio Bellavista, donde tres personas fueron acribilladas dentro de un Kia Picanto de placas FRM-860. Las víctimas, que habían ido a dar el último adiós, terminaron convertidas en las nuevas cifras de esta guerra que no respeta nada ni a nadie.
Los que cayeron a bala
Una de las fallecidas fue Valery Aristizábal Gómez, de 32 años, madre de dos niños, quien perdió la vida en el hospital a donde fue trasladada. El otro, Pablo César Serna, de 29 años, llegó sin signos vitales. La tercera víctima, Dayana Ospina, pareja sentimental de Jhan Steven, resultó gravemente herida y permanece hospitalizada en el Hospital Universitario de Cartago.
Ataque sin respeto
Según testigos, los sicarios llegaron en moto y abrieron fuego sin mediar palabra. No les importó que en el lugar hubiera niños ni familiares. Las detonaciones hicieron que la madrugada se llenara de pánico en el barrio Bellavista.
El levantamiento
Funcionarios del CTI de la Fiscalía realizaron la inspección técnica de los cuerpos y recolectaron varias vainillas que quedaron regadas en el pavimento. Posteriormente, los trasladaron a Medicina Legal y en horas de la tarde del mismo sábado los entregaron a sus familias, que se preparan para darles el último adiós.
Cifras
Con este hecho, ya son 5 las víctimas mortales en lo que va corrido de octubre y 62 en todo el año en Cartago. Solo en las últimas 48 horas se han registrado tres asesinatos, un número que refleja la gravedad de la situación. Cartago parece no tener descanso, las balas ya no esperan ni al amanecer.
Los que cayeron a bala
Una de las fallecidas fue Valery Aristizábal Gómez, de 32 años, madre de dos niños, quien perdió la vida en el hospital a donde fue trasladada. El otro, Pablo César Serna, de 29 años, llegó sin signos vitales. La tercera víctima, Dayana Ospina, pareja sentimental de Jhan Steven, resultó gravemente herida y permanece hospitalizada en el Hospital Universitario de Cartago.
Ataque sin respeto
Según testigos, los sicarios llegaron en moto y abrieron fuego sin mediar palabra. No les importó que en el lugar hubiera niños ni familiares. Las detonaciones hicieron que la madrugada se llenara de pánico en el barrio Bellavista.
El levantamiento
Funcionarios del CTI de la Fiscalía realizaron la inspección técnica de los cuerpos y recolectaron varias vainillas que quedaron regadas en el pavimento. Posteriormente, los trasladaron a Medicina Legal y en horas de la tarde del mismo sábado los entregaron a sus familias, que se preparan para darles el último adiós.
Cifras
Con este hecho, ya son 5 las víctimas mortales en lo que va corrido de octubre y 62 en todo el año en Cartago. Solo en las últimas 48 horas se han registrado tres asesinatos, un número que refleja la gravedad de la situación. Cartago parece no tener descanso, las balas ya no esperan ni al amanecer.

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