Jesús Derian Rodríguez Rodríguez, a quien de cariño le decían Currucucú, era el administrador de la residencia Yincar. Esa noche, su único p...
Jesús Derian Rodríguez Rodríguez, a quien de cariño le decían Currucucú, era el administrador de la residencia Yincar. Esa noche, su único pecado fue intentar calmar a una pareja que discutía por plata. Al final, el problema no era suyo, pero el puñal sí fue directo al pecho.
¿Qué pasó?
Todo ocurrió en la carrera 8 #12-47, un sitio conocido en el centro de Pereira porque las mujeres van a pasar el rato. Allí, Jesús Derian Rodríguez Rodríguez, de 50 años, trabajaba como administrador. La noche del sábado estaba de turno cuando llegó una pareja en la madrugada pidiendo habitación. No eran novios ni marido y mujer; su pelea venía desde la calle, pero la siguieron adentro. Al rato, el hombre bajó hasta la recepción a reclamar el dinero, le devolvieron la mitad de lo que había pagado y el tipo salió furioso.
Pero la historia no acabó ahí. Ayer por la mañana alrededor de las ocho el sujeto volvió al lugar, buscando a la trabajadora sexual. Para ese momento, Jesús estaba en la recepción, conversando con su compañera sobre lo que había pasado. Mientras tanto, la mujer de la pelea ya se había ido, el hombre, creyendo que se la estaban escondiendo, armó la escena.
La compañera de Currucucú le hizo señas para que cerrara la puerta, estaban contando el dinero y no querían más problemas. Jesús, con su buena actitud de siempre, le dijo al sujeto que solucionara sus líos allá afuera, que ellos no tenían nada que ver. Pero el hombre, enceguecido de rabia, le clavó un cuchillo en el centro del pecho.
Antes de desplomarse, Jesús alcanzó a decir entre risas forzadas “Este hijuep... me dio Miriam”. Se llevó las manos al pecho, caminó unos pasos y cayó dentro de una habitación frente a la oficina de recepción.
A pesar de la gravedad de la herida, no botó tanta sangre como se pensaba, pero fue suficiente para que minutos después, cuando lo trasladaron al hospital San Jorge, falleciera por la gravedad de las lesiones.
Su compañera, entre lágrimas, lo describió como un ser maravilloso, siempre sonriente, un hombre alegre que nunca buscaba problemas y que llevaba trabajando en la residencia ya dos años.
hipótesis del crimen
Se presume que el sujeto regresó a la con la intención de matar a la mujer que lo había acompañado desde la noche anterior.
Cámaras y testigos
Las autoridades realizaron labores de verificación para ubicar las cámaras de seguridad dentro del inmueble, pues en la zona hay varios puntos ciegos.
El CTI fue el encargado de llegar al sitio para hacer la inspección técnica del lugar y recolectar las versiones de los testigos. Luego se desplazaron al centro asistencial; realizaron la inspección del cadáver y, como dicta la ley, trasladarlo a Medicina Legal para la necropsia correspondiente.
¿Qué pasó?
Todo ocurrió en la carrera 8 #12-47, un sitio conocido en el centro de Pereira porque las mujeres van a pasar el rato. Allí, Jesús Derian Rodríguez Rodríguez, de 50 años, trabajaba como administrador. La noche del sábado estaba de turno cuando llegó una pareja en la madrugada pidiendo habitación. No eran novios ni marido y mujer; su pelea venía desde la calle, pero la siguieron adentro. Al rato, el hombre bajó hasta la recepción a reclamar el dinero, le devolvieron la mitad de lo que había pagado y el tipo salió furioso.
Pero la historia no acabó ahí. Ayer por la mañana alrededor de las ocho el sujeto volvió al lugar, buscando a la trabajadora sexual. Para ese momento, Jesús estaba en la recepción, conversando con su compañera sobre lo que había pasado. Mientras tanto, la mujer de la pelea ya se había ido, el hombre, creyendo que se la estaban escondiendo, armó la escena.
La compañera de Currucucú le hizo señas para que cerrara la puerta, estaban contando el dinero y no querían más problemas. Jesús, con su buena actitud de siempre, le dijo al sujeto que solucionara sus líos allá afuera, que ellos no tenían nada que ver. Pero el hombre, enceguecido de rabia, le clavó un cuchillo en el centro del pecho.
Antes de desplomarse, Jesús alcanzó a decir entre risas forzadas “Este hijuep... me dio Miriam”. Se llevó las manos al pecho, caminó unos pasos y cayó dentro de una habitación frente a la oficina de recepción.
A pesar de la gravedad de la herida, no botó tanta sangre como se pensaba, pero fue suficiente para que minutos después, cuando lo trasladaron al hospital San Jorge, falleciera por la gravedad de las lesiones.
Su compañera, entre lágrimas, lo describió como un ser maravilloso, siempre sonriente, un hombre alegre que nunca buscaba problemas y que llevaba trabajando en la residencia ya dos años.
hipótesis del crimen
Se presume que el sujeto regresó a la con la intención de matar a la mujer que lo había acompañado desde la noche anterior.
Cámaras y testigos
Las autoridades realizaron labores de verificación para ubicar las cámaras de seguridad dentro del inmueble, pues en la zona hay varios puntos ciegos.
El CTI fue el encargado de llegar al sitio para hacer la inspección técnica del lugar y recolectar las versiones de los testigos. Luego se desplazaron al centro asistencial; realizaron la inspección del cadáver y, como dicta la ley, trasladarlo a Medicina Legal para la necropsia correspondiente.

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